La incertidumbre sobre quién presidirá Honduras en los próximos años se profundizó después de que el Congreso comunicó que no avalará los resultados de las elecciones del 30 de noviembre. Esta advertencia sumó una nueva polémica a un proceso marcado por demoras y acusaciones de fraude. En este contexto, quedó pausado el anuncio oficial del ganador.
La comisión permanente del Congreso hondureño declaró que no aceptará los resultados publicados por el Consejo Nacional Electoral (CNE), al argumentar que el proceso estuvo condicionado por amenazas internas y externas, según indicaron desde Reuters.
En una conferencia desarrollada en Tegucigalpa, el titular del Parlamento, Luis Redondo, aseguró que la votación quedó “manchada” por la participación de estructuras delictivas y por influencias provenientes del exterior.
En palabras del propio Redondo, “el Congreso Nacional no validará un proceso contaminado por presiones internas de organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico, pandillas como la MS-13 y Barrio 18, mucho menos presiones externas y la violación directa de la libertad de los votantes”.
Un informe de Reuters señaló que este pronunciamiento se oficializó en paralelo a la reanudación del escrutinio en la sede del CNE, donde monitores exhibían los avances del conteo luego de tres días de suspensión.
La revisión de los votos se prolongó durante 11 días sin una conclusión definitiva. Esa demora derivó en acusaciones de un “golpe electoral”, expresión utilizada por la propia comisión congresal, que también cuestionó lo que calificó como “interferencia” del presidente estadounidense, Donald Trump.
El oficialismo, representado por el partido LIBRE, reconoció desde el inicio que no tenía posibilidades de imponerse en la contienda, por lo que decidió respaldar al aspirante liberal Salvador Nasralla. El presentador de televisión y figura política sostuvo que los retrasos y las incongruencias en el envío de actas reflejaban irregularidades y afirmó que él resultó vencedor.
El analista político Henry Salinas, citado por Reuters, explicó que el Congreso solo podría intervenir directamente si dos de los tres consejeros del CNE se negaran a validar el resultado antes del 30 de diciembre.
“La pelota está en la cancha del Consejo Nacional Electoral”, afirmó, al destacar que la postura del Legislativo no tiene efectos inmediatos sobre el procedimiento.
Hacia el último corte difundido por el CNE, y con más del 99% del escrutinio completado, el candidato conservador Nasry Asfura aparecía con una ventaja de unos 40.000 sufragios sobre Nasralla. La abanderada de LIBRE, Rixi Moncada, quedaba relegada al tercer lugar.
Sin embargo, inconsistencias detectadas en aproximadamente el 15% de las actas requerirían una nueva revisión, ya que podrían alterar el desenlace final. Esta cifra, aunque parcial, aportó más incertidumbre al debate y alimentó las sospechas de manipulación, al no existir una actualización constante de los datos durante 24 horas, según explicaron desde Reuters.
La reacción ciudadana no tardó en llegar. Cientos de simpatizantes de LIBRE salieron a las calles de Tegucigalpa para exigir una repetición de las votaciones.
Las manifestaciones también se concentraron en las instalaciones donde se almacenaban los kits electorales, un punto neurálgico para los fiscales de cada partido y para la supervisión técnica del proceso.
Mientras tanto, organismos internacionales reclamaron mayor celeridad en la entrega de resultados. La misión de observación de la Organización de Estados Americanos pidió que el escrutinio avance con mayor rapidez y sin presiones.


