La ciudad de Venecia inspiró a narradores, poetas y pensadores de todas las latitudes; Henry James, Thomas Mann, Simone Weil, Joseph Brodsky y Abel Posse, entre muchos otros, escribieron sobre la “Beatrice de las ciudades invisibles, inacabable e incomprensible”, según observa Marina Maggi en el prólogo de Nigro veneziano, original convite de poesía y arte ideado años atrás por dos amigos en la ciudad de Rosario. Adolfo Nigro (1942-2018) y María Lanese (Campobasso, 1945) habían trabajado juntos para Sonidos graves, cuando el artista sorprendió a la poeta con doce collages hechos con partituras y le pidió que los acompañara con sus escritos.
En este caso, la experiencia fue a la inversa: para escribir, Lanese eligió en el taller de Nigro una serie de collages que este había hecho después de un viaje a Venecia. Contando la portada, hay siete obras realizadas con recortes de naipes, etiquetas, partituras, mapas y letras que interactúan con levedad elegante con los poemas: “Ingrávidos / jadeando entre cristales ardientes / dieron origen a esto que somos / heraldos descarriados”. Los versos, a su vez, también proyectan imágenes: “La luz del mediodía / dispone del color y los reflejos”, “Otra luz rasante sobrevuela”, “Contraluz inmaculado que inmuniza”.
El desafío triple de Nigro veneziano, donde “las formas testimonian su razón de ser”, involucra el arte, la poesía y la traducción. Y, como afirma Nancy Rojas en el epílogo, la “conversación infinita” entre amigos se convierte en una condición para la belleza.
Nigro veneziano
Por María Lanese y Adolfo Nigro
Trad. al italiano de Antonio Pinto
La Pecore Nere
48 págs.; $ 20.000


