Durante un diálogo sobre el futuro de la inteligencia artificial, Jensen Huang, fundador y director ejecutivo de Nvidia, lanzó una advertencia que contrasta con los temores más extendidos sobre la automatización: lejos de eliminar el trabajo humano, la IA incrementará la carga de actividades y mantendrá a las personas y a las empresas más ocupadas que nunca.
Huang compartió escenario con Elon Musk en un encuentro centrado en la transición hacia la llamada “era de la inteligencia”, donde ambos abordaron el impacto de la IA, la robótica y los llamados AI factories, infraestructura dedicada a generar inteligencia en tiempo real, en la economía global, el empleo y la productividad.
Para el CEO de Nvidia, el principal cambio no será la desaparición masiva de empleos, sino una transformación profunda de cómo se trabaja. “Todos los trabajos serán diferentes”, señaló.
La IA simplificará tareas complejas, repetitivas o arduas, lo que permitirá a las personas ser más productivas. Sin embargo, esa misma eficiencia liberará tiempo para perseguir más ideas, más proyectos y más objetivos pendientes.
“Si te vuelves más productivo, es muy probable que termines estando más ocupado”, explicó Huang. En su caso personal, dijo, la IA no redujo su agenda, sino que aceleró la posibilidad de abordar una larga lista de iniciativas que antes resultaban inviables por falta de tiempo o recursos.
Huang ilustró su argumento con un caso concreto: la radiología. Durante años, se pensó que esta especialidad médica sería de las primeras en ser desplazadas por la inteligencia artificial, pero ocurrió lo contrario, ya que con sistemas de diagnóstico asistidos por IA, los radiólogos analizan más estudios, trabajan con mayor precisión y dedican más tiempo a los pacientes, lo que ha incrementado la demanda de estos profesionales en lugar de reducirla.
“La meta del radiólogo no es mirar imágenes, sino diagnosticar enfermedades”, explicó. Al hacer más eficiente la parte técnica, la IA permitió ampliar el alcance del trabajo humano y mejorar los resultados médicos.
En su intervención, Huang subrayó que el cambio actual va más allá de los chatbots o asistentes virtuales. La informática está pasando de un modelo basado en la recuperación de información, buscar datos ya creados, a uno generativo, donde el software produce respuestas únicas en tiempo real según el contexto, el usuario y el problema planteado.
Ese salto, dijo, exige una nueva infraestructura, es decir, fábricas de IA distribuidas por el mundo, capaces de generar contenido, decisiones y soluciones de forma continua, por ello, la inteligencia artificial se está convirtiendo en una infraestructura básica, comparable a la energía o las telecomunicaciones.
Aunque Musk planteó un escenario futuro en el que el trabajo podría volverse opcional, Huang fue más cauto, ya que reconoció que a muy largo plazo podrían cambiar conceptos como el empleo o incluso el dinero, pero insistió en que, en el horizonte cercano, la evidencia apunta a un aumento de la actividad humana impulsada por la IA.
“Tenemos demasiadas ideas por hacer”, resumió. En ese sentido, la inteligencia artificial no sustituye la ambición ni la creatividad, sino que las acelera.
Lejos de alimentar el discurso del reemplazo masivo, Huang defendió que la IA representa una nueva tecnología de propósito general, similar a otras grandes revoluciones tecnológicas de la historia. Todas ellas, recordó, terminaron creando nuevas industrias, nuevos roles y nuevas formas de trabajo.
“La historia muestra que la tecnología, en conjunto, ha sido positiva para la humanidad”, concluyó. Bajo esa lógica, la IA no traerá un mundo sin trabajo, sino uno más intenso, más productivo y radicalmente distinto al que conocemos hoy.


