La mariposa Bandera Argentina dejó de ser solo un símbolo afectivo y local para convertirse en una especie con máxima protección legal en la provincia de Buenos Aires. La Legislatura bonaerense sancionó la ley que la declaró Monumento Natural Provincial, una categoría que apunta no solo a preservar al insecto, sino también a proteger el ecosistema del que depende.
La mariposa Bandera Argentina es conocida por su coloración blanco celeste, asociada simbólicamente a nuestro pabellón. Las poblaciones más relevantes desde el punto de vista demográfico se concentran en Punta Lara, Punta Indio e Isla Martín García. En su fase larval, la especie mantiene una estrecha relación con la flora nativa del talar, especialmente con el coronillo (Scutia buxifolia), aunque también utiliza otras especies como el ingá (Inga uraguensis), el bugre (Lonchocarpus nitidus), el plumerillo rosado (Calliandra parvifolia), el yatevó (Guadua trinii) y el azota caballos (Luehea divaricata).
Su nuevo estatus de Monumento Natural le otorga una protección absoluta en todo el territorio bonaerense, en el marco de la Ley N°10.907. La norma prohíbe la caza de la mariposa, entendida como cualquier acto de buscar, perseguir, acosar, hostigar o capturar ejemplares. También impide la alteración de su entorno natural, incluida la destrucción o modificación de los ambientes donde vive y cualquier acción que afecte el equilibrio biológico de sus poblaciones.
“Nosotros luchamos por la declaración de esta especie, pero no solamente de esta especie, porque no queríamos que se protegiera solo a la mariposa, sino que funcionara como una especie paraguas para cuidar su casa, su hábitat, que es el bosque nativo”, explicó Florencia Tuñón, guardaparque.
Según detalló, la figura de Monumento Natural representa la máxima categoría de protección en la provincia y apunta a proteger por extensión al coronillo, su árbol hospedador. “En la zona, durante el invierno, la gente suele cortar coronillos para calefaccionarse. Históricamente, cuando una empresa productora de alimentos tenía canteras en Magdalena, también se talaban porque era una leña muy requerida y prácticamente la única disponible”, añadió.
De acuerdo con la ley, el Poder Ejecutivo queda facultado a diseñar un plan de preservación que haga efectiva la declaración de Monumento Natural. Ese plan deberá contemplar estudios periódicos sobre el estado de la población y las causas de su disminución, campañas educativas que fomenten la conservación de la especie y faciliten su identificación, la planificación y difusión de medidas concretas de protección, y mecanismos de colaboración con la comunidad para preservar los bosques nativos donde se hospeda.
Más allá del hito en la conservación de la biodiversidad, la nueva designación también conmovió a quienes impulsaron durante años su protección. Es el caso de Laura Gravino, fotógrafa y referente del proyecto. “Es una historia de amor. Son 22 años de amor, más que con cualquier pareja que tuve, el Día de los Enamorados lo celebro con la mariposa Bandera Argentina”, sostuvo.
Gravino conoció el insecto en febrero de 2003, cuando viajó a San José, en Entre Ríos, poco después de la muerte de su padre. Acampó allí con sus hijas, Zoe y Ona, y ese encuentro marcó el inicio del vínculo. “Estaba muy triste, acababa de perder a mi papá. Y conecté con cientos de mariposas en un bosque nativo: las sentí como hadas, me perseguían con su vuelo ondulante”, recordó. En ese lugar tomó algunas de sus imágenes más emblemáticas de la especie, a la que define como la “banderita entrerriana”, y dio inicio a su trabajo fotográfico y a su vínculo afectivo con la mariposa.
El punto de inflexión llegó en 2010, cuando volvió a Punta Indio tras las huellas de un mapa antiguo heredado de su abuelo. “Buscaba un campo marcado de puño y letra por mi abuelo. Y las encontré con su vuelo ondulante. Bailaban en el bosque nativo, a la altura del arroyo Villoldo; nunca me voy a olvidar de esa secuencia. Encontré la tierra de mi abuelo, pero también y fundamentalmente encontré una de mis joyas más preciadas: la reina del bosque nativo. Mi amada banderita”, explicó.
Se instaló ahí y empezó a hacer muestras fotográficas en el bosque y a brindar charlas desde el conocimiento empírico. “Desde lo que iba observando, lo anotaba en el diario de La Mariposa, que es un futuro libro que quiero armar, desde la fotografía y desde el conocimiento. Y el proyecto Mariposa Bandera Argentina empezó a estar en marcha”, sostuvo.
Su proyecto de conservación y educación ambiental nació así como una iniciativa fotográfica. Gravino había sido durante 25 años fotógrafa institucional del Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires, hoy Ecoparque, y la defensa de la mariposa fue la continuidad natural de su tarea de preservación y concientización ambiental. “Me quedaba cómoda esa acción de la cámara fotográfica como herramienta de conservación”, resumió.
Su apasionamiento por el insecto continuaba y crecía con el pasar del tiempo. “Cada vez me enamoraba más de la mariposa, de sus ciclos y de cómo sobrevivía a las heladas en comunidad. En 2012 entendí que había que hacer algo más: darle visibilidad y comprometer al municipio con su protección. Sabía que un proyecto de conservación necesita apoyo institucional, trabajo en territorio y mucha pasión. Por eso pedí ayuda y, junto con Claudio Bertonatti, exdirector del exzoo, escribimos la propuesta que presenté en la plaza de Verónica”, contó. En ese texto solicitó que la mariposa fuera nombrada especie emblemática del partido de Punta Indio junto con el coronillo, su planta hospedadora.
Ese camino desembocó el 24 de diciembre de 2012 en la primera protección formal en el distrito de Punta Indio, cuando el Concejo Deliberante aprobó por unanimidad una resolución que declaró a la mariposa Bandera Argentina especie emblemática local y protegió también al coronillo.
Desde entonces, Gravino sostuvo su compromiso a través de distintas iniciativas comunitarias. Una de ellas es el Orugazo, una acción educativa creada para visibilizar el estadio más vulnerable de la mariposa: la oruga, que puede tardar hasta ocho meses en completar su desarrollo y depende exclusivamente del coronillo. La iniciativa surgió al advertir que la principal amenaza es la tala del árbol para leña, especialmente durante el invierno. A través de Orugazo, chicos y chicas de jardines y escuelas, como la Escuela Especial 501 René Favaloro y el Jardín 904 de Punta Indio construyen orugas con materiales reciclados y las colocan simbólicamente en árboles, en actos colectivos realizados en fechas como el Día del Árbol (29 de agosto).
Embanderados es otro de los proyectos surgidos de ese trabajo territorial. Este programa nació en 2012 junto a docentes de la Escuela Especial 501 René Favaloro y tiene como eje a la mariposa bandera argentina como símbolo identitario, ambiental y educativo. La propuesta consiste en la elaboración de escarapelas con forma de mariposa, confeccionadas por niños con diferentes materiales. La iniciativa fue adoptada por distintos municipios, que declararon la escarapela como oficial, y se expandió a numerosas escuelas bonaerenses, llegando incluso a la isla Martín García.
Además, la ley reconoce como fiesta provincial a la Fiesta de la Mariposa Bandera Argentina, que se celebra cada febrero en Punta Indio.
La celebración fue impulsada por Gravino. “Cuando presenté el proyecto de la especie emblemática, conocí a Gabriel Dalusio, profesor de biología y secretario de la intendencia en ese entonces. Un día lo llamé y le dije: ‘Tenemos que hacer la fiesta de la mariposa, porque va a ser el único insecto del mundo que tenga fiesta propia’, y lo hicimos. Me apoyó en todo; siempre digo que es muy importante encontrar a alguien con una pata institucional”, sostuvo.
En 2026, el evento tendrá lugar los días 21 y 22 de febrero y marcará su undécima edición.
Para la guardaparque Florencia Tuñón, el vínculo con la mariposa Bandera Argentina nació desde el territorio y su trabajo cotidiano. Con 25 años de experiencia en distintas reservas bonaerenses, su arraigo se consolidó especialmente en el Parque Costero del Sur, en los municipios de Magdalena y Punta Indio, donde cumplía tareas de control y fiscalización en áreas declaradas Refugio de Vida Silvestre.
En 2015, cuando aún no existían leyes específicas que protegieran al bosque nativo ni al coronillo, Tuñón se encontró con el trabajo que ya impulsaban Gravino y docentes de la Escuela Especial 501 René Favaloro, como Estela y Alicia. Desde su rol institucional comenzó a involucrarse activamente en la protección de la especie, cuya conservación quedaba bajo su órbita al tratarse de zonas donde la caza estaba prohibida. Desde la vigilancia del hábitat, el control de las amenazas y el acompañamiento de una iniciativa que articuló educación ambiental, comunidad y conservación.
Tuñón subrayó que el proceso fue de abajo hacia arriba. “Trabajamos fuertemente con los municipios de Magdalena y Punta Indio. Logramos que los intendentes asumieran la protección de la mariposa como una política pública, primero con ordenanzas municipales, y eso permitió visibilizarla en la provincia de Buenos Aires hasta llegar a la declaración como Monumento Natural, que se trata de la máxima categoría de conservación”, sostuvo. También remarcó que la autoridad de aplicación será el Ministerio de Ambiente, encargado de las tareas de monitoreo, educación ambiental y fiscalización.
Con esta incorporación, la mariposa Bandera Argentina pasó a integrar la nómina de Monumentos Naturales de la provincia de Buenos Aires, junto con el delfín franciscana, la lagartija de las dunas, el cauquén colorado, el venado de las pampas, el cerro Ventana, el árbol de cristal y la iguana de cobre.

